POÉTICA DE VELADA BERLÍN EN CRÓNICA UNA DADÁ
A las puertas del teatro una luz roja intermitente anuncia una epidemia. Esperanza Gómez Herce y Toni Iglesias, embutidos en monos amarillo limón y protegidos por mascarillas, fumigan a los viandantes con agua del grifo. Libran una batalla contra el aburrimiento y la mediocridad, y proclaman que solo la poesía, tal vez, podrá salvar a los desdichados que pasean ajenos a la plaga contraída. Les invitan a que se sumerjan en una pequeña sala donde EX!POESÍA desbroza por tercera vez en esta edición(2016) los caminos de la experimentación poética.
Esperanza y Toni conducen en el interior del teatro una velada que comienza con Inun, un músico que lleva toda una orquesta entre los dedos izquierdos de su pie derecho.
Mikel Inunziaga “INUN” |
Y cuando la despliega con los dedos derechos de su pie izquierdo canta estudiante kondenatua, y su canto sugiere lugares sonoros tan recónditos que solo él puede habitar. Los versos viajan de su boca al mundo cuando canta que somos nosotros el corazón y la tumba de lo sembrado en la canción titulada Bihotz eta hilobi.
Cristian Forte |
La pareja de presentadores procura mantener la calma de la concurrencia, a la que proporciona un fármaco que provoca alucinaciones como efecto secundario. Y fumigan la platea, y fumigan también a los asistentes, incluso a Cristian Forte, que se presenta en el escenario apoyado en su pequeño piano de músico y poeta dactilar.
Desde su mesa de mezclas el bonaerense despliega mezclas sonoras que iluminan sus poemas como un rayo que no cesa. Así nos recita Picadero, para preguntar con voz queda qué pasa cuando el placer se corta? Forte levanta en cada poema una suave brisa que mueve el flequillo de los oyentes. Y esa brisa es Dadá. Lo es cuando nos describe el cuadro de situación para una novela, y cuando recita no degusto, su nombre empieza con B y termina con A. Y la brisa se vuelve vendaval cuando silabea sus poemas de silabas sincopadas envueltos en los eléctricos ritmos de su teclado diminuto.
Toni Iglesias y Esperanza Gómez Herce |
Entonces Esperanza muda su piel de actriz para romper el tiempo presente y trasladar la función cien años atrás. Ataviada como una cabaretera rememora Dadá y su cabaret Voltaire.
Roberto Equisoain (EKI) |
Timo Berger |
Toni y Esperanza se marcan un bailecito sobre el entarimado antes de convocar a Timo Berger. Timo se sube al micrófono para recitar, porque Timo no escatima en nada cuando recita. Sus poemas dibujan un sortilegio de lenguas que se entrecruzan, un verso en inglés aquí, uno en alemán allá. Y más acá, en castellano, dice que no se puede hablar de la belleza de los accidentes cuando el proyectil no da con el blanco. Se siente la sala traquetear cuando lee el traqueteo del tren que llegaba al pueblo, y traquetea en solo puedo recomendarme a mí, y también en el poema que estuvo acá fue sacado a petición expresa de una novia del autor. Y termina recitando un poema autotraducido al portugués y al alemán, un texto bífido que suena doblemente doblado en un doblez sonoro que encandila. Y entonces regresa Inun para cantar Area, de Atxaga, y cerrar las puertas del centenario cabaret.
Timo, Cristian, EKI, Toni, INUN, Andrea, Juanmi, Espe, Juanje |
En la despedida vuelven los descontaminadores. Esperanza nos invita a Berlín, donde el tejedor teje las redes que transportaron a Forte, Ekisoain y Berger a la función de hoy. Y grita viva la duda, viva la alegría y viva Dadá! ¡Viva!
Texto: Luis Alonso Pascual.
Fotografía: Esteban Antolín Montero.
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